Thursday, April 23, 2009

Urbanismo y Crisis

Con la crisis sucede como con la muerte, es un tema del que se evita hablar. Parece que intentar prevenirla es invocarla y que resulta tan poco elegante tratarla cuando llega, como mentar la soga en según que casas. Sin embargo, pocas tareas son más necesarias que el análisis de un contexto cambiante y la exploración de estrategias adecuadas a él. La puesta en marcha de políticas urbanas solidarias, participativas y sostenibles deja de ser una opción para ir convirtiéndose en una necesidad de la situación actual.

La crisis, que comenzó como inmobiliaria y financiera, se extiende evidenciando frenazos en los servicios, el turismo y la industria. Desde la óptica urbana se plantea un escenario en el que tres factores interdependientes condicionan la intervención:
· Se produce una disponibilidad menguante de recursos públicos, especialmente de la administración local que ya no tiene la baza de conseguirlos a través del desarrollo de los mercados de suelo y vivienda.
· De manera paralela, se reducen también la disponibilidad de recursos privados y la capacidad de muchas empresas de mantener beneficios y empleos.
· Los recortes de presupuestos públicos y de la actividad económica afectan a los ciudadanos quienes, en su mayoría, dependen de sueldos y ayudas. Así, parece previsible que aumenten las situaciones de exclusión, los problemas de convivencia y la degradación o abandono de barrios.

En este escenario, la prioridad no es tanto cómo producir otra burbuja, sino cómo mantener calidad de vida con ingresos económicos decrecientes. De la misma manera que felicidad no es sinónimo de consumo, ni el producto interior bruto del índice de desarrollo humano, parece que hay mucho margen para vivir bien compensando el bienestar que el mercado no sea capaz de satisfacer con políticas sociales. Así, hoy:
· La disponibilidad menguante de recursos públicos permite y requiere de la participación. Las administraciones quizás no podrán financiar el coste de una red de centros de mayores o un sistema universal de guarderías o comedores, pero si podrían habilitar equipamientos e instalaciones urbanos en los que las propias familias, asociaciones vecinales, etc. se organicen para cuidar sus ancianos y pequeños.
· La retirada de la iniciativa privada plantea múltiples problemas, pero por otro lado retira una importante presión sobre el suelo. Las administraciones tienen ahora acceso al suelo de una manera más barata y menos conflictiva, mientras que su interés por destinarlo a vivienda en vez de a usos sociales se reduce.
· Además, las intervenciones y los programas sociales participativos con un grado alto de implicación y gestión de los ciudadanos resultan vitales para mantener la convivencia y la cohesión social. De la misma manera, la revitalización de barrios y la puesta en uso de “ciudades fantasma” serán claves para prevenir los guetos.

En todo caso, hay pocos debates más necesarios y apasionantes que el que pretende responder a las preguntas de “¿Qué ocurre?” y de “¿Qué hacer?”. ¿Cuales son los elementos que debemos tener presentes para el análisis y gestión de la ciudad?; ¿Qué propuestas de otros lugares y tiempos funcionarían hoy aquí? ¿Qué propuestas totalmente innovadoras nos atreveríamos a presentar? Nos vemos en el foro.

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